Érase una vez un príncipe que quería
casarse, pero tenía que ser con una princesa de verdad. De modo que dio
la vuelta al mundo para encontrar una que lo fuera; pero aunque en todas
partes encontró no pocas princesas, que lo fueran de verdad era
imposible de saber, porque siempre había algo en ellas que no terminaba
de convencerle. Así es que regresó muy desconsolado, por su gran deseo
de casarse con una princesa auténtica.
Una noche estalló una tempestad horrible, con rayos y truenos y lluvia a cántaros; era una noche, en verdad, espantosa. De pronto golpearon a la puerta del castillo, y el viejo rey fue a abrir.
Afuera había una princesa. Pero, Dios mío, ¡qué aspecto presentaba con la lluvia y el mal tiempo! El agua le goteaba del pelo y de las ropas, le corría por la punta de los zapatos y le salía por el tacón y, sin embargo, decía que era una princesa auténtica.
«Bueno, eso ya lo veremos», pensó la vieja reina. Y sin decir palabra, fue a la alcoba, apartó toda la ropa de la cama y puso un guisante en el fondo. Después cogió veinte colchones y los puso sobre el guisante, y además colocó veinte edredones sobre los colchones.
La que decía ser princesa dormiría allí aquella noche.
A la mañana siguiente le preguntaron qué tal había dormido.
-¡Oh, terriblemente mal! -dijo la princesa-. Apenas si he pegado ojo en toda la noche. ¡Sabe Dios lo que habría en la cama! He dormido sobre algo tan duro que tengo todo el cuerpo lleno de magulladuras. ¡Ha sido horrible!
Así pudieron ver que era una princesa de verdad, porque a través de veinte colchones y de veinte edredones había notado el guisante. Sólo una auténtica princesa podía haber tenido una piel tan delicada.
El príncipe la tomó por esposa, porque ahora pudo estar seguro de que se casaba con una princesa auténtica, y el guisante entró a formar parte de las joyas de la corona, donde todavía puede verse, a no ser que alguien se lo haya comido.
¡Como veréis, éste sí que fue un auténtico cuento!
Ayer contacté con María para preguntarle por Helena, la chica que le cose los cubre colchones de sus camas.
Los pocos días que pasamos en su casa dormimos estupendamente, sobre todo yo, porque a R. le da igual ocho que ochenta.
Los datos de Helena :
Helena Lavores
Rua Alcamim 46
Elvas 7350-074 Portugal
Tel. 00351268621175
Estos días hemos tenido muy presente en nuestro recuerdo, aún más, a Lisboa. Victoria va a pasar este puente de la Inmaculada en la ciudad junto a su hermana Carina, y unas amigas. Naturalmente, le hablamos de María y su magnífica casa aunque ya debemos de hablar de casas, se ha convertido en multipropietaria, porque se ha quedado con una docena apartamentos más, éstos en La Baixa. Nosotros nos alojamos en su casa del barrio de Gracia, con ella y con su perra Lola. Su casa es maravillosa y seguro que Victoria acaba encantada, no hay otro sitio en la ciudad para ella más que ese. Si volvemos probaremos entonces los apartamentos, quizá nos permitan un poco más de intimidad.
Lo bueno es que van a estar muy cerquita de uno de los negocios que más gusto nos dio la ciudad, nunca mejor dicho: Conserveira de Lisboa , ya le hemos encargado a Victoria unas laTitas, veintiocho, somos absolutos, cuando algo nos gusta, nos gusta mucho.