Mujer distinguida



miércoles, 22 de febrero de 2012

Una puta entre rastrojos


En el trabajo hemos nos hemos mudado de sede, abandonamos hace ya casi un mes la anterior y nos hemos trasladado al desierto, a un erial sin sector servicios alrededor. No tenemos bancos, no tenemos fruterías, no tenemos carnicerías, no tenemos zapateros, no tenemos supermercados, no tenemos tintorerías, no tenemos nada de lo que anteriormente disfrutábamos en un radio de cincuenta metros, eso sí, tenemos fotocopiadoras a tutiplen.
El edificio es precioso, de principios del siglo pasado, un capricho colonial en el que hemos asentado nuestros reales. Ahora sí que somos una gran empresa en la que apenas hay contacto con los compañeros, salvo con los que compartes despacho, que esa es otra, que por problemas de espacio me han ubicado en un departamento ajeno al mío.....una puta entre rastrojos. Me consuelo pensando en que las funciones de mi trabajo afectan horizontalmente a todos los departamentos de esta empresa. Durante las dos primeras semanas nuestro zona no tuvo calefacción por problemas con la instalación, justo en plena ola de frío siberiano. Fue horrible, toda la mañana con los pies congelados por mucho calcetín que me pusiese.

Rubén y yo estamos pasando un invierno horrible. Desde que estamos en Sevilla no hemos sentido tanto frío como este año. Hace tres semanas estuve cinco días en cama por culpa de una gripe y desde entonces sigo tosiendo; Rubén cayó una semana después, pero con unos síntomas más livianos que sólo lo tuvieron convaleciente tres días y esta semana hemos sufrido los dos lo que pensamos que ha podido ser un virus intestinal que nos ha dejado fuera de juego dos días, a dieta blanda y Motilium.
Desde que empezaron estas plagas abandoné _ no sé si es la palabra más exacta teniendo en cuenta que sólo llevaba tres semanas_ el gimnasio, con lo que me costó arrancar, con la disciplina que necesitaba para ir a diario. Antes de ayer volví después de esos días de retiro forzado pero el virus pateó con fuerza mi estómago y tuve que volver corriendo a casa temiendo una vomitera en plena sala de musculación acompañada de diarrea porque observo, de un tiempo a esta parte, que cuando me entran náuseas se me relajan los esfínteres....estas cosas son las que me recuerdan el motivo por el que debo volver al gimnasio.

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